" Me volví infiel mucho antes de tocar a Carlos Vives.
No tenía lugar para nada que no fuera él.
Nunca quise así a Andrés, nunca pasé las horas
tratando de recordar el exacto tamaño de sus manos
ni deseando con todo el cuerpo siquiera verlo aparecer.
Me daba vergüenza estar así por un hombre,
ser tan infeliz y volverme dichosa sin
que dependiera para nada de mí. Me puse insoportable
y entre más insoportable más
consentida por Andrés. Nunca hice con tanta libertad
todo lo que quise hacer como
en esos días, y nunca sentí con tanta fuerza que todo
lo que hacía era inútil, tonto y
no deseado. Porque de todo lo que tuve y quise lo único
que hubiera querido era a
Carlos Vives a media tarde.
Un día en el desayuno Andrés descubrió que me había
crecido el pelo y que su brillo era lo mejor que había visto en años,
encontró que mi pies eran más lindos
que los de cualquier japonesa, mis dientes de niña
y mis labios de actriz. En cambio yo
nunca odié tanto mis caderas, mi boca, mis pestañas,
nunca me creí más tonta, más tramposa,
más fea".
Ángeles Mastreta Arrancéme la vida.
miércoles, 17 de enero de 2007
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