lunes, 26 de noviembre de 2007

El Juego II

Ahora que acepté la invitación de ir a tu casa caminamos hacia el otro extremo de la ciudad. Elegís una larga avenida con algunos árboles que en esta época tienen copos de flores violáceas. Nuestros pies rozan las flores que tiñen de violeta las baldosas de la calle. Un aroma suave te perfuma al pasar bajo sus copas. Hablamos animadamente. A esta altura parecemos dos conocidos de algún tiempo. Tu mirada es penetrante y me sonrojo al verte mirarme así.
Llegamos a un edificio de paredes rojas. La luna enorme y llena contrasta con las paredes. Un gato se asoma en un techo y sonrio. Al entrar un par de gatos salen a tu encuentro. Me miran de manera desconfiada y uno de ellos se enrosca en mis piernas. Yo le empiezo a hablar como hago con los míos en casa. Me encantan los gatos y ahora tu sonríes. Me dices sus nombres y los acaricias.
Nos sentamos a charlar en un sillón. Me encanta los libros que veo. Me siento tentada a ir a miralos, tocarlos, olerlos pero no lo hago. Me ofreces tequila bien frío y yo acepto. Bebemos un rato mientras los temas discurren por un largo camino de cosas comunes y gustos similares. La música suena y Ella Fitzgerald repite su Undecided.
Me dices que en rato vas a cocinar algo que esperas me guste.Nada quizás tan raro como lo que hubiera cenado con la gente que me esperaba en el restaurant. El teléfono ha parado de sonar por un buen rato.Siento una calma díficil de relatar con palabras. Siento una profunda felicidad de haberte encontrado en ese bar.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy agradable texto que lo lleva uno de la mano desde la apacible calma del comienzo hasta el turbulento clímax del desenlace.

Lapsus Lingua dijo...

Me alegra te guste. Todavía queda ver donde nos lleva la quinta parte de esta suerte de relato.

Un saludo

Ana