jueves, 10 de enero de 2008

Las Quejas Estacionales

Un avión vuela a lo lejos. Un estruendoso sonido golpea las nubes, unas pocas que residen como algodones en un cielo celeste. Afuera habrá rutinas y llantos. Adentro hay paz. No logro entender porque la gente en estas fechas corre como hormigas cuyo lugar ha sido pisoteado. Compran, gastan, llenan sus días de un festejo que nadie siente. Nadie es mucho. Unos pocos lo hacen. Estos días tienen una significación religiosa y todo lo demás. Las mismas vacuidades del marketing y las compras, de los electrodómesticos blancos como vestidos de novia, de productos aumentados de precio en cenas que nadie necesita.

Porque no juntarse a hacer lo que hacen muchos otros días. A mirar una película, ir a un cine, ver amigos, cocinar una pizza, o galletitas con paté. O llamar al delivery en caso de que no quieran cocinar. Luego estan los otros. Los que proclaman no hacer nada pero van ritualmente cada año a tomar cervezas a la rambla de la ciudad. Aquel único lugar que se llena de gentes bebiendo, con calor,con frío si la noche se ha puesto fresca. A la mañana los mismos vidrios rotos de siempre.

¿No sería más original irse a un parque donde nadie vaya, a la puerta del zoológico, quedarse adentro y pensar qué sentiran esos animales con todo ese ruido?

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