lunes, 23 de julio de 2007

Horrores Cotidianos II

Les  dejo más material sobre David Roas.

Gracias Juan por el link.

Saludos a todos desde el helado Montevideo

(e.e) No me pidas ser tu amigo- Fernando Delgadillo-


Horrores cotidianos
David Roas
Menoscuarto. Palencia, 2007. 140 páginas. 12’50 euros


Conocido sobre todo por sus aportaciones críticas e históricas sobre la literatura fantástica europea y su repercusión en España, el barcelonés David Roas es también autor de un par de libros de relatos breves –en la línea de lo que se entiende por microrrelatos– a los que se une ahora Horrores cotidianos, conjunto que agrupa un manojo de narraciones de distinta extensión, desde una línea –como la que da título al libro, parodia de una celebérrima muestra de Augusto Monterroso– hasta quince páginas. Las compilaciones de esta naturaleza adolecen, por lo general, de falta de unidad, porque suelen acoger materiales de factura dispar y de épocas distintas. En el caso de Roas, sin embargo, varios factores contribuyen a rebajar este riesgo. En primer lugar, una carga paródica y humorística presente en casi todos los relatos que constituye un marcado rasgo de estilo, aplicado con frecuencia a las grandes creaciones culturales del ser humano, desde la aritmética (“¿Cuánto cuesta un kilo de carne?”) hasta el psicoanálisis (“Mecánica y psicoanálisis”), o desde la literatura (“Alabama”, “Necrológica”) y la teoría literaria (“Homo crisis”) hasta las ciencias naturales (“El Hipocondrio”). De esta mirada irónica no se libran los relatos literarios o cinematográficos de éxito. Así, “Los niños del Ferrol”, presentado como fragmentos procedentes “del diario personal del D. Meninges”, evoca la novela de Ira Levin Los niños de Brasil –y su versión cinematográfica–, en que se narraban unas supuestas actividades en el país americano del doctor Mengele, el “ángel de la muerte” de Auschwitz.

El otro elemento unificador de estos relatos, por encima de su diversidad, es algo que el título ya anuncia, y que consiste en que la mayoría de las historias transcurren en ámbitos cotidianos, familiares para cualquier lector –el pésame en un tanatorio, una cena conmemorativa, los agobios de unos padres recientes e inexpertos, un día en la oficina–, y es allí donde se produce la distorsión de la realidad, la rebelión de los objetos (“La conmoción de la máquina”) o la intromisión de lo maravilloso (“Autoridad espectral”, “El espíritu manta”). Algún cuento es la materialización narrativa de una fórmula lingüística (“Menos que cero”), y no faltan los homenajes cervantinos de signo distinto, como “La última aventura” o “La culpa fue de Jack London”, cuento éste narrado por un perro. Como cierre, “Palabras” habla de un escritor que acaba de morir y ha dejado multitud de anotaciones y manuscritos incompletos acribillados de tachaduras y correcciones que delatan “su lucha con las palabras, tratando de hallar, de recordar su estilo y de poder expresar su desesperación por ello” (p. 138). Una anotación apunta: “Hoy he examinado los relatos que concluí tiempo atrás. Tampoco me reconozco en ellos” (p. 139). Pero el escritor fallecido respondía al nombre de David, y entre sus obras se recuerdan las tituladas Los dichos de un necio, cuyo autor es David Roas, y Horrores cotidianos, que es el libro a cuyo final asistimos. La obra se vuelve de este modo hacia sí misma, en una inteligente pirueta que unifica en un todo el conjunto anterior y que el lector interpretará tal vez en clave confesional.

Ricardo SENABRE

Extraído de  http://www.elcultural.es/HTML/20070531/LETRAS/LETRAS20632.asp

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